“Últimamente y con algo de razón, se ha estado diciendo que los métodos hasta ahora usados para diferenciar las distintas formas de enfermedades mentales, están hasta cierto punto agotados, y que se tienen que encontrar nuevas vías. (…) Nuestro deseo es ir más allá de la mera diferenciación y clasificación; queremos entender la naturaleza esencial y las relaciones internas de los procesos mórbidos, aprender las leyes que rigen la aparición de trastornos mentales y cómo interactúan y poder comprender estos trastornos como el resultado de condiciones preexistentes. (…) Los síntomas y signos que se corresponden con un cuadro clínico subyacente son extraordinariamente variados. Esto viene a implicar que estos estados tienen que haber sido muy complejos”.
Estas palabras fueron escritas por Emil Kraepelin hace ahora noventa años y siguen siendo vigentes hoy día. ¿Cómo es eso posible? ¿No hay caminos nuevos por los que transitar y comprender mejor las enfermedades mentales, el funcionamiento del cerebro, la urdimbre entre lo que, quizás de un modo ingenuo llamamos lo físico, lo psíquico y lo social y, en definitiva, la naturaleza humana?
Es posible que no haya más que un solo camino, el que sea capaz de superar la infinidad de barreras que han estructurado nuestro pensamiento a lo largo de los siglos. Barreras como el dualismo, como la categorización de lo sano y lo morboso o peor aún, de personas normales y enfermos y la estigmatización que es consustancial al encajonamiento de la realidad humana en clases diferenciadas y diagnosticables.
La investigación en psiquiatría, y no solo en esta disciplina, tiene el reto de asumir perspectivas nuevas que van haciéndose presentes en la neurociencia, en la fenomenología y en otras disciplinas que se han visto impregnadas por una Weltanschaung postmoderna, aún balbuciente y en cierto sentido amenazante, que exige ser asumida con determinación, valor y creatividad.
El destino de las personas que son consideradas como portadoras de una enfermedad mental y, por qué no, el de los investigadores y profesionales que se afanan por mejorar su condición como seres humanos y su situación en la sociedad, exige superar viejos moldes y asumir, con Kraepelin, la necesidad de nuevas perspectivas.
Algo de esto pretendemos tratar en este Simposio, con la prudencia de aquel que se aventura, sin siquiera saber si es de motu propio, por arenas o aguas de las que como mucho hemos tenido noticias por viajeros que nos trajeron visiones de paraísos, literalmente nuevos mundos, inexplorados.
El nuevo estatus de la psiquiatría parece haber superado los avances de las tres últimas décadas: se basa en la aceptación general de la definición médica del concepto de trastorno mental. Se han integrado tanto los enfoques biológicos así como los psicosociales y en la actualidad existe un reconocimiento general que los factores genéticos y ambientales interactúan y que los procesos psicológicos están basados y pueden influenciar los mecanismos neurobiológicos. La perspectiva biológica se ha erigido en un lugar prominente dentro de la investigación y de la terapia pero tiene que combinarse con enfoques psicológicos y sociales dentro del modelo biopsicosocial.
Uno de los mayores retos de los trastornos mentales es su identificación precoz ya que una vez que se ponen en marcha aparecen mecanismos degenerativos que empeoran el pronóstico y producen resistencias terapéuticas. Estos mecanismos degenerativos son de distintos tipos; unos neuronales (neurotóxicos), otros psicológicos (aislamiento, falta de iniciativa) y otros sociales (estigma y discriminación).
Kraepelin, M.: Die Erscheinungsformen des Irresein. Z. ges. Neurol. Psychiat. 1920;62:1-29.
Trad.Cast.: “Las manifestaciones de la locura”. En: Hoche A. Kraepelin E, Bumke O. Los síntomas de la locura. Madrid: Triacastela;1999.
Coordinadores:
Juan José López-Ibor Presidente de la Fundación Juan José López-Ibor. Académico de Número de la Real Academia Nacional de Medicina. Catedrático de Psiquiatría. Director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental. Hospital Universitario Clínico San Carlos. Universidad Complutense. Madrid.
María Inés López-Ibor Alcocer Miembro del Patronato de la Fundación Juan José López-Ibor. Académica correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina. Directora del Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. Universidad Complutense. Madrid.